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Edwards sobre el Ensayo [Literatura]

El escritor chileno Jorge Edwards escribe en el periódico español El País un artículo sobre el ensayo:
Montaigne inventó la forma del ensayo moderno a partir de su intensa lectura de epistolarios antiguos y de su tiempo y de diálogos griegos, latinos y actuales. Lo que prefería eran las cartas de tono familiar, de introspección, de confesión, de incertidumbre. Desconfiaba desde lo más profundo de su ser de la gente que estaba segura de todo. Je m'abstiens era una de sus divisas preferidas: me abstengo. Sus críticos mejores, sobre todo los alemanes, sostienen que los diálogos de Platón construían certezas intelectuales impresionantes y que Montaigne, el Señor de la Montaña, como le decía don Francisco de Quevedo, se esmeraba, con una sonrisa, con una mirada y un gesto socarrones, en desarmarlas. Era el tono más adecuado para una epístola dirigida a un amigo de confianza. El Señor de la Montaña, por ejemplo, perfecto conocedor de lo que se escribía al sur de los Pirineos, fue un lector asiduo de las Epístolas familiares del español Antonio de Guevara: reflexiones sueltas, tomadas de Plutarco en su gran mayoría, pero puestas por escrito en forma desordenada, sin el menor intento de composición general.

Pues bien, el maestro de Burdeos dijo en alguna oportunidad que escribía ensayos porque no tenía, después de la muerte de su amigo Etienne de la Boétie, ninguna persona cercana capaz de recibir una correspondencia sostenida suya.

El tono perfecto del ensayo es la referencialidad esotérica que se produce cuando se habla con un amigo íntimo. El lector perfecto de todo el género ensayístico es aquel que intriga con el autor y comparte el código de curiosidad y asombro.


Enlace: La serpiente de san Miguel