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Discurso en un fin de curso

Durante este curso vimos cómo escribir, realizar búsquedas y cuestiones de género. Escribir es algo que le ayudará a plasmar textualmente sus investigaciones, aunque sus estudios en el programa de médico cirujano exijan habilidades más prácticas como realizar una operación o aplicar la resucitación cardiopulmonar. Solo si se dedica a la investigación y la docencia seguirá escribiendo. Esa vida es muy ardua y necesitará una disciplina férrea porque la vida académica intentará romper su alma incluso aunque lleve diez años en ella. Lo digo por experiencia. También por esa misma experiencia les puedo decir que escribir para dejar registro del saber adquirido es una de las mayores satisfacciones que existen.


Vimos cómo realizar búsquedas en Internet. Aunque para ustedes luzca como algo bobo usar Google, les puedo decir que muchos no saben cómo utilizarlo. Aunque es normal. Aquellos que pertenecen a una generación previa hablarán siempre de la decadencia de las nueva generaciones: ahora ustedes cargan con el reclamo de "¡cómo es posible que no sepan realizar búsquedas si nacieron con Internet!". Muchos de ustedes nacieron cuando el internet empezaba a despegar, a mediados de los noventas, como un nuevo medio.

Realizar búsquedas tiene que ver menos con Google que con una habilidad esencial en el siglo XXI: filtrar información de calidad. Por medio de buscadores podrá encontrar artículos académicos, entradas de blog y comentarios anónimos en foros de discusión. Lo importante será que usted pueda discernir entre la información con voces autorizadas (autoridad que proviene del conocimiento académico, que solo se adquiere en un recinto universitario como este), el artículo periodístico y el comentario sin fundamento de una persona con libertad de expresión pero carente de todo sustento.

Toda nueva tecnología será criticada. Platón refiere en Fedro, uno de sus diálogos filosóficos, que un faraón egipcio realizó la primera crítica a la escritura: producirá olvido en las personas ya que las cosas estarán en el exterior del hombre y no en su interior. En los tiempos de Homero, aquel autor de La Ilíada y La Odisea, los poetas no tenían escritos sino que memorizaban sus versos y los compartían exclusivamente de manera verbal. Así el oficio del poeta era transmitido entre una secta de personas con una gran capacidad mnemónica. La piratería del Siglo de Oro, periodo literario de la literatura española y que ustedes tuvieron oportunidad de conocer con la obra de La vengadora de las mujeres, consistía en enviar oyentes a las obra de, digamos, Lope de Vega y estos tenían que aprenderse de memoria más de 3000 líneas de manera inmediata. La memoria ha sido el primer recurso para guardar el conocimiento a pesar que no sea el medio más efectivo. La escritura (y recuerden que ustedes tuvieron la oportunidad de emplear esta 'tecnología' a lo largo de este curso por medio de resúmenes, reseñas y artículos de investigación) es el formato más perdurable para preservar el conocimiento.

Pero divago. Lo que les quiero decir es que ahora ustedes recibirán la crítica de que no saben emplear herramientas avanzadas de búsqueda aún a costa de haber nacido y crecido cuando el nuevo medio de Internet nacía y crecía. Afinen estas habilidades. Todavía están a tiempo. Con el paso de los años estoy seguro que usted mejorará en esto y podrá ver en la próxima generación que esos jóvenes del futuro batallarán para encontrar algo que se encuentre afuera del motor de búsqueda de YouTube.

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Considero que lo más importante que vimos en este curso fueron los temas de género. No pudimos verlos a profundidad; más bien fueron una excusa para realizar una investigación desde una perspectiva médica. Mencioné aspectos de la desigualdad entre hombres y mujeres, las comunidades homosexuales y el mundo de los travestis y transexuales.

La equidad entre hombres y mujeres es algo obvio. Ni siquiera debería estar hablando de esto. Nuestra universidad ha logrado una certificación en equidad de género. Incluso usted, tan solo por el hecho de haber acudido a aquella plática que ofrecieron a inicios de semestre, participó en ello. Aunque me preocupan ante todo las mujeres que se encuentran en este programa. Se darán cuenta que habrá discriminación, cada vez más sutil, por parte de las estructuras que dirijan los hombre. No importará que ustedes sean tan inteligentes como sus compañeros o que incluso sean más inteligentes que ellos: en ocasiones, la opinión que usted ofrezca ante un tema no tendrá tanta repercusión ante una audiencia de hombres, o quizá no será considerada para un proyecto o una investigación importante que realice su universidad. Pero más que desmoralizarlas intento que conozcan esta situación (que se puede dar) y sepa cómo hacerle frente. Tener conocimiento de este tipo de discriminación sutil sirve para ganar la primera de las batallas.

No pretendo explicar cómo las cuestiones de género afectarán su vida personal. Ahora mi intención es recordarle cómo esto le servirá en su futura práctica como médico cirujano. Sus clientes... Perdón, quise decir pacientes. Aunque ¿acaso no es lo mismo? Previo a entablar una relación entre médico y paciente le recomiendo que averigüe por medio de un perfil rápido si realmente quiere convertir a un cliente en paciente. La transformación de un estado a otro es sencilla: antes de ofrecer sus conocimientos médicos ustedes decidirán si desean recibir honorarios de esa persona. Y esto es relevante porque si usted tiene prejuicios hacia los transexuales, la diversidad gay o las mujeres, lo recomendable es que usted no se haga responsable de esa persona. Aunque con esto estaría rompiendo el juramento hipocrático, en aquello donde dice que usted tiene que salvar toda vida posible, su decisión sería la más honesta, una honestidad que le daría tranquilidad a usted y al paciente. Si usted no quiere atender a un paciente por prejuicios de género, no lo haga, pero su obligación residirá ahora en canalizarlo con algún otro colega que esté dispuesto a hacerlo. Apártese si usted provoca daño o injusticia en el cuerpo de un persona a través de sus prejuicios.

Por medio de cuatro obras literarias abordamos temas de género. Utilizamos La cresta de Ilión de Cristina Rivera Garza, Salón de belleza de Mario Bellatín, Crónica Sero de Joaquín Hurtado y Los días y el polvo de Diego Ordaz. Alguna vez les comenté que estos textos pertenecen a la narrativa contemporánea. Usted tuvo el privilegio de conocer autores y novelas recientes. Ni siquiera un curso de literatura le hubiese ofrecido esto en su primer semestre universitario. Lo importante no fue el capricho entre literatura, género y temas médicos sino que estas categorías tuvieron una intersección significativa para usted, aunque desdeñe el valor de literario. No importa. Con lo médico y lo de género trabajamos con solvencia.

Salón de belleza menciona la relación entre un peluquero y pacientes terminales de una peste que van a morir con aquel a su establecimiento, convertido en un moridero. Como crítico literario, otro oficio mío, le puedo decir que esta obra es una de las más humanistas de Bellatin. Quizá el siguiente libro que debería leer de este autor sea Flores. A pesar que Mario trabaja en el resto de su obra con planos narrativos complejos, donde ante todo disuelve la identidad de sus narradores, me atrevo a asegurar que Salón de belleza y Flores serán los libros por los que será recordado. ¿Cuál es el gran atributo que veo en Salón de belleza? Aquí tengo que citar a Erick Nava, un estudiante de ingeniería de la UACJ que el semestre pasado escribió una reseña sobre esta novela. Su revelación es muy importante para mí porque parece la de un investigador literario. Recuerde que la honestidad académica nos obliga a citar el esfuerzo intelectual de los demás. Cito a Nava: "Uno puede elegir cómo morir. Puede elegir dónde morir. Pero nunca elegirá con quién morir". Si tiene prejuicios contra la comunidad gay, supérelos. Nunca sabrá si uno de ellos realizará el último de bondad hacia su persona o alguien que usted aprecie.

En Los días y el polvo hay un planteamiento que no realiza el texto pero que me lo sugiere el último capítulo, aquel con el andar de Andrei y Janeth en zigzag  por el centro de Ciudad Juárez, donde ciudad y personajes se encuentran "Todo a media luz, a media luz los dos". La novela de Diego Ordaz es una muestra de los límites al que puede llegar el amor en nuestros tiempos. ¿Alguien leyó o vio la película de Romeo y Julieta? En esa célebre obra de Shakespeare, tenemos a una pareja de adolescentes que se enamoran y se juran amor eterno. 'Amor constante más allá de la muerte', como ese soneto que leímos en febrero. Ahora bien, ¿recuerda en dónde se conocen? Correcto. En un baile. El cual ocurrió de noche. Durante el siglo XV, donde podemos ubicar el momento histórico de esta leyenda, no existía ni electricidad o la iluminación con la que contamos en este momento. Seguramente el lugar estaba iluminado con antorchas. Aquellos que hayan usado una vela o un quinqué para iluminar su casa en algún momento en que se haya ido la luz, sabrá que estos son métodos muy ineficientes para iluminar un espacio. Agregue un elemento para complicar el momento en que se conocen Romeo y Julieta: ambos usan disfraces. Si recuerda, el baile es un baile de disfraces. Y cuando estos adolescentes deciden casarse, lo realizan en un cementerio. No durante el día sino de noche. Así que a lo largo de la obra la identidad del otro, conocer efectivamente el rostro del amado, es un misterio que no pueden revelar. Y aún sin conocerse, se juran un amor que durará por toda la eternidad.

En nuestros tiempos la promesa de un amor perdurable y sin conocer físicamente bien al objeto del afecto es poco práctico. Les recomiendo que no lo hagan. Pero Los días y el polvo me sugiere una pregunta, para mis estudiantes que tienen novio. Vaya y pregúntele si él la amaría en caso de que usted fuera hombre. Seguramente dirá que no. Pero la conversación ideal de un amor que llegue a sus límites, dentro del mundo en el que vivimos, iniciaría con la pregunta de una chica a su novio,

—¿Me amarías si fuera hombre?, preguntaría ella.
—Aunque fueras bato, respondería el novio. Y este regresaría la pregunta: "¿Y tú?"
—Aunque fueras morra.

La máxima transformación de una identidad ocurre en la reasignación quirúrgica de sexo. Por supuesto, si usted se viese obligado a responder esta pregunta afirmativamente, no le pediría que lo haga con los ojos cerrado: antes de este cambio, usted, alumna, tendría que pensar si desea tener hijos con él, si la legislación actual de su gobierno le permitiría contraer nupcias por el civil, si los servicios de seguridad social los ampararían a ambos, etcétera.

El afecto amoroso hacia un transexual, una metamorfosis que Franz Kafka planteó en otro sentido en una de sus obras más célebres, es la prueba límite del amor en nuestro entorno. Lo sé: le puede parecer una idea descabellada, como lo es que dos pubertos se casen en un cementerio a la medianoche.

"Aunque fueras morra". 

Les asigné la lectura de varias novelas no porque sea lo único que les pueda ofrecer como licenciado en literatura: lo hice porque la literatura es la única herramienta que conozco que estimula la imaginación moral. Este concepto tiene que ver con la capacidad de ingresar a realidades alternas con las que usted puede identificarse para simular la resolución de problemas éticos o morales. La novela de Cristina Rivera Garza es muy rica tanto por sus cuestiones de género como por el atisbo de la vida mediocre y aburrida de un médico. Evite esto último. Salón de belleza es una obra que trata de una peste desconocía que merma el cuerpo de una población muy específica. Ustedes podrán enlazar esto con una enfermedad como el sida, tema del que Joaquín Hurtado aborda desde múltiples perspectivas y nos revela que no solo los homosexuales padecen esta enfermedad: incluso una ama de casa puede infectarse luego de que su esposo tenga una relación con un homosexual. Finalmente, Los días y el polvo recrea la comunidad de travestis y transexuales que viven en Ciudad Juárez.

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Usted es responsable de lo que trae a este mundo. Ya sea que traiga una vida nueva o un aborto a este mundo, ya sea que esté encargado de una nueva política de salud pública y reduzca el acceso de preservativos o retrovirales para la comunidad homosexual o que niegue el derecho de una mujer a abortar. Poco a poco usted empezará a adquirir conciencia, esa facultad del intelecto que lo pondrá en alerta cuando haya una incongruencia entre la realidad externa y su conocimiento médico. Esa conciencia impedirá que cometa un delito, inconsciente o a sabiendas. Justificar una mala acción ante una corte con "Yo solo seguía órdenes" o porque recibió el dinero de un paciente, no lo exonerará de una condena.

Estos cursos ofrecidos por del departamento de Humanidades tienen una función. David Foster Wallace dice que la educación humanística nos enseña ante todo a cómo pensar las situaciones de la vida cotidiana. Pensarlas y repensarlas a la luz de una nueva narrativa. Foster Wallace no lo menciona, por obvio, pero aquí  se lo mencionaré: ese 'enseñar a pensar' lo logrará por medio de la imaginación moral, imaginación que se adquiere por medio de la lectura de obras literarias. Luego de leer usted es capaz de inventar narrativas que le ayude a pensar una situación profesional relacionada con temas de género. Y así vuelve de nuevo a usar la conciencia que le he mencionado con anterioridad.

Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata el tema de la diversidad de género. Ahora ya tiene sustento para lograr una mayor aceptación de una serie de realidades que, espero, ya no le sean tan ajenas.

Espero saludarlos pronto con el título de doctor. Gracias y suerte.