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Ensayo sobre el Paraíso


El paraíso debería ser un espacio en común donde te encuentras a personas que conociste durante tu vida. Personas que abarquen pasado remoto y presente reciente. Aquellos próximos te recordarán los círculos en los que te mueves, mientras que aquellos dejados atrás deberían ser pistas de cómo has llegado al punto en el que te encuentras.

La descripción clásica del Paraíso es el reencuentro del Creador con sus criaturas. Poco o nada se ha agregado a ese imaginado. Salvo por Dante. Su arquitectura del Infierno, Purgatorio y Paraíso podrían convertirse por su cuenta y con derecho propio en un texto sagrado. Es por Dante que hay un momento en que poetas pasados se reúnen y Virgilio habla con Homero, Ovidio, Lucano y Horacio en el primer círculo del infierno. Hay un detalle en este encuentro: es sabido que Dante nunca leyó a Homero porque no sabía griego. Cabe la pequeña posiblidad de que Dante conociera la obra de Homero a través de una versión latina de Livio Andrónico, de acuerdo a lo que decía un viejo maestro. El poeta florentino conocía perfectamente los poetas latinos que estaban con Homero. Y por ellos aprendió a admirar al poeta ciego.

El encuentro de los poetas en el Infierno sería anodino si tan solo fueran los poetas que leyó Dante en su juventud. La aparición de Homero le da una enorme dimensión al encuentro. Es la aparición de un espectro literario, la enorme sombra, que llevaba la luz de la poética latina de sus creadores. Surgió un espectro dentro del mismo Infierno –aunque fuera en un círculo benevolente– espectro rescatado de la memoria inmediata. Que es el mayor milagro, luego de que un vivo cruzara por los terrenos del Diablo sin ser Orfeo.

Cuán fácil es recordar lo inmediato, mientras aquello monumental se encuentra apartado a