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El minimalismo es la sencillez del espacio



Mientras Jia Tolentino hace una reseña de ‘The Longing for Less: Living with Minimalism’ de Kyle Chayka (un nuevo libro sobre el minimalismo a la Marie Kondo), a la vez hace una revisión del concepto que ha resurgido en las últimas décadas.
It is rarely acknowledged, by either the life-hack-minded authors or the proponents of minimalist design, that many people have minimalism forced upon them by circumstances that render impossible a serene, jewel-box life style. Nor do they mention that poverty and trauma can make frivolous possessions seem like a lifeline rather than a burden. Many of today’s gurus maintain that minimalism can be useful no matter one’s income, but the audience they target is implicitly affluent—the pitch is never about making do with less because you have no choice. Millburn and Nicodemus frequently describe their past lives as spiritually empty twentysomethings with six-figure incomes. McKeown pitches his insights at people who have a surplus of options as a consequence of success. Kondo recently launched an online store, suggesting that the left hand might declutter while the right hand buys a seventy-five-dollar rose-quartz tuning fork. Today’s minimalism, with its focus on self-improvement, feels oddly dominated by a logic of accumulation. Less is always more, or “more, more, more,” as Millburn and Nicodemus write: “more time, more passion, more experiences, more growth, more contribution, more contentment—and more freedom.”

Se habla de filósofos japoneses como el origen de esta corriente. Pero el minimalismo estético y de vida viene de atrás, desde los chinos (al menos desde Li Liweng). Lo siguiente es de Lin Yutang:
El ideal de los interiores chinos consiste en las dos ideas de sencillez y espacio. Una habitación bien arreglada tiene siempre pocos muebles, que son, por lo común, de caoba, con la superficie muy lustrada y de líneas sencillas, generalmente curvadas en los extremos. La caoba se lustra a mano, y esta diferencia en el lustre, que significa enorme mano de obra, importa una gran diferencia de precio. Generalmente se pone una mesa larga, sin cajones, junto a una pared, y sobre ella un gran jarrón “hígado”. En otro rincón quizá haya uno, dos o tres pedestales de caoba, para floreros o adornos, de distinta altura todos, y quizá unos pocos banquillos que tienen enredadas raíces como patas. A un lado hay una biblioteca o gabinete, con secciones de diversas alturas y niveles, que le dan un efecto extrañamente moderno. Y en la pared hay apenas uno o dos pergaminos, ya sea de caligrafía, para mostrar la alegría pura del movimiento del pincel, o de pintura, con más espacio vacío que pinceladas. Y como la pintura misma, el cuarto debe ser k'ungling, o “vacío vivo”. El factor más distintivo del diseño de una casa china es el patio con piso de piedra, similar en efecto a un claustro español, y que simboliza la paz, la quietud y el reposo.