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Día del Niño

Alguna vez escuché de un artista (fotógrafo, escritor, o ninguno de los dos, no recuerdo): “las mejores personas que conozco son aquellas que están en contacto con su niño interior”. Y aunque en estos días de puritanismo (que lo son) hablar de toquetear a un menor (aunque sea a nosotros mismos) no es lo más políticamente correcto, creo que la frase tiene mucho de verdad. Al menos desde mi visión de mundo.

A continuación les pongo una parábola de Tschuangtsé (quizá uno de los genios de la literatura por su prosa y humor satíricos así como por su profundidad moral) para que puedan entender el párrafo de Lin Yutang (al terminar el texto en azul).

***
Cuando Tschuangtsé ambulaba por el parque de Tiao-ling, vio un extraño pájaro que venía del sur. Las alas tenían siete pies de ancho. Los ojos, una pulgada de circunferencia. Y voló cerca de la cabeza de Tschuangtsé para posarse en un bosquecillo de castaños.

—¿Qué especie de pájaro es éste? —gritó Tschuangtsé—. Con alas poderosas, no se aleja volando. Con ojos grandes, no me ve.

Entonces se recogió las faldas y caminó hacia él con su arco, ansioso por cazarlo. En eso vio una cigarra que gozaba de la sombra, olvidada de todo lo demás. Y vio un cortón, un insecto mayor, que saltaba y la capturaba, olvidando en el acto su propio cuerpo, sobre el cual cayó inmediatamente el extraño pájaro, para hacerlo su presa. Y esto fue lo que hizo que el pájaro olvidara su propio ser.

—¡Ay! —exclamó Tschuangtsé con un suspiro—. ¡Cómo se lastiman unas a otras las criaturas del mundo! La pérdida sigue a la búsqueda de la ganancia.

Entonces abandonó su arco y se marchó a su casa, echado por el guardián del jardín que quería saber qué estaba haciendo allí.

Durante tres meses, después de esto, Tschuangtsé no abandonó su casa; y por fin Lin Chü le preguntó:

—Maestro, ¿cómo es que no sales hace tanto tiempo?

—Mientras cuidaba de mi armazón física —respondió Tschuangtsé— perdí de vista a mi verdadero yo. Por mirar aguas enlodadas, perdí de vista el claro abismo. Además, he aprendido del Maestro lo que sigue:

“Cuando vayas al mundo, sigue sus costumbres”. Pues cuando caminaba por el parque de Tiao-Ling olvidé mi verdadero yo. Ese extraño pájaro, que junto a mí voló hasta el bosquecillo de castaños, olvidó su ser. El cuidador del bosquecillo de castaños me tomó por ladrón. Por esto no he salido.


Tschuangtsé era el elocuente discípulo de Laotsé, como Mencio fue el elocuente discípulo de Confucio, separados ambos de sus maestros por un siglo aproximadamente. Tschuangtsé fue contemporáneo de Mencio, como Laotsé fue probablemente contemporáneo de Confucio. Pero Mencio convino con Tschuangtsé en que hemos perdido algo y que corresponde a la filosofía descubrir y recobrar lo perdido: en este caso, “un corazón de niño”, según Mencio. “Un gran hombre es aquel que no ha perdido el corazón de un niño”, dice este filósofo. Mencio considera el efecto de la vida artificial de la civilización sobre el corazón juvenil nacido en el hombre como algo similar a la deforestación de nuestras colinas:

Hubo una vez una época en que los bosques de la Montaña Níu eran hermosos. Pero ¿se puede considerar hermosa a la montaña desde que, por estar situada cerca de una gran ciudad, los leñadores han talado los árboles? Los días y las noches le dieron descanso, y las lluvias y el rocío siguieron nutriéndola, y continuamente surgía del suelo una nueva vida, pero luego las vacas y Izs ovejas comenzaron a pastar en ella. Por eso es que parece tan pelada la Montaña Niu, y cuando la gente ve su calvicie imagina que nunca hubo árboles en la montaña. ¿Es ésta la verdadera naturaleza de la montaña? ¿Y no hay también un corazón de amor y de rectitud en el hombre? Pero ¿cómo puede permanecer hermosa la naturaleza cuando es talada cada día, como derriba el leñador los árboles con su hacha? Es cierto que las noches y los días cicatrizan, y existe el aire nutricio de la primera alborada, que tiende a mantenerle sano y normal, pero este aire matinal es débil, y pronto le destruye lo que hace el hombre durante el día. Con este continuo talar del espíritu humano, el descanso y la recuperación que se obtienen durante la noche no son suficientes para mantener su nivel, y cuando la recuperación nocturna no basta para mantener su nivel, el hombre se degrada hasta un estado no lejano del de la bestia. La gente ve que procede como una bestia, e imagina que nunca hubo en él un verdadero carácter. Pero, ¿es ésta la verdadera naturaleza del hombre?


***

Quizá eso de celebrar el día del niño en el mundo occidental (o donde aplique) es terriblemente cruel: es casi como una fecha para recordarles que **deben** ser felices en ese preciso momento, porque la vida dejará de ser los dulces y los juegos a partir de entonces.

Tal vez de la infancia no haya mucho que rescatar (los recuerdos y las alegrías pasadas no es algo que cargue conmigo) salvo esa actitud que vine escuchando en una clase de literatura —lo cual fue patético porque ya la sabía y debido a que parte de mi colegiatura cubrió ese descubrimiento académico: Que no hay que perder la capacidad de asombro.

Pero de nuevo, Mencio lo había dicho antes y mejor: “Un gran hombre es aquel que no ha perdido el corazón de un niño”.

¿Acaso es tan difícil? Probablemente sí. Sigh.