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No eres tú, son tus libros

¿Quién no ha querido romper una relación porque el (la) otro(a) no ha leído a Pushkin? Según Rachel Donadio en su artículo para The New York Times, el síndrome Pushkin se puede extender a otros gustos aunque se enfocará en algunos ejemplos de libros y relaciones.

Al menos desde que el Paolo y Francesca de Dante se enamoraron con las aventuras de Lancelot, el gusto literario ha sido una buena prueba para medir la compatibilidad.

Pero como dice Donadio posteriomente –el contrapunto del artículo– algunos prefieren compartimentar. "Como escritora, lo último que quiero en mi vida personal es una persona que esté enfocada en el mundo literario", comentó Ariel Levy, autora de "Female Chauvinist Pigs" y colaboradora en The New Yorker. La compatibilidad en las lecturas es un "lujo" y un poco irrelevante (dentro de una relación), añadió Levy. La meta, según ella, es "encontrar alguien donde tus perversiones hagan juego y con el que puedas estar".

Es parte de la tragedia romántica de nuestros días que nuestras parejas deben ser vistas como compatibles en todos los aspectos.
  
Para la mayoría de las personas, el amor triunfa por encima de los gustos literarios. El artículo termina con dos comentarios de Ben Karlin, ex productor ejecutivo de "The Daily Show". Y uno en el cual estaría de acuerdo respecto a Don DeLillo.


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